Ayuntamiento de Puerto Real
 
Su Historia ...

La villa de Puerto Real fue fundada por los Reyes Católicos en 1483. Aunque esta fecha representa su entrada en escena en la Edad Moderna, los estudios sobre hallazgos localizados en superficie y las excavaciones realizadas, remontan los asentamientos de población en la zona hasta la Prehistoria (yacimientos de “El Retamar”) y los enlaza con la romanización (yacimientos de “Puente Melchor”, “El Gallinero”, “Villanueva” y otros) de manera secuencial. Del periodo de dominación musulmana existen muy pocas referencias y hay autores que han identificado la alquería de Rayhana con el actual topónimo de Jarana. Ya a finales del siglo XIV, ocupada la bahía por los cristianos, inician un proceso de repoblación, y lo que posteriormente será el término de Puerto Real es objeto de disputa entre Cádiz y Jerez.

Es el 18 de junio de 1483 la fecha elegida por los reyes Fernando e Isabel para emitir su documento fundacional, firmado en Córdoba por los monarcas, junto con dos documentos que emitieron posteriormente, recoge los fueros, libertades y privilegios, estableciendo las condiciones en que debía desarrollarse la nueva población; así conseguían controlar el poder señorial y tener un “puerto real”. Aunque inicia su andadura como independiente, desgajándose del término de Jerez, en 1488 pasa a estar bajo la órbita jerezana por mandato real; será, por tanto, el cabildo de esa ciudad quien confirme los cargos municipales y quien saque más provecho de que la villa sea, por disposición real, puerto obligado donde debían recalar los barcos de cuantas expediciones marítimas se hicieran al norte de África y pagar a la Corona un quinto de sus beneficios. En 1543 Carlos I concede a Puerto Real su independencia; no conforme con la decisión, Jerez mantendrá continuos litigios hasta el año 1572, en que definitivamente Felipe II vincula la villa con la monarquía.

Fue la villa concebida urbanísticamente con una visión renacentista, donde el racionalismo inspiraba unos cánones de trazado regular, con una disposición en forma de damero, que hoy mantiene el centro urbano; fueron sus calles tiradas a cordel, cortándose unas a otras en ángulo recto. La primitiva población (supuestamente unos doscientos vecinos), debió extenderse entre las actuales calle Real al norte, Amargura al sur, Sagasta al este y Ancha o Vaqueros al oeste. En este espacio se establecieron la casa cabildo (actual plaza Blas Infante) y la iglesia prioral de San Sebastián.

La nueva población se dedicó a la agricultura (cereales, olivar y vid), la ganadería, la pesca y la extracción de sal; ya en el siglo XVII la carena de buques adquirió importancia así como las actividades relacionadas con la navegación marítima, diversificando de este modo las actividades económicas. En este siglo se instalan los franciscanos descalzos en el convento de San Diego y los mínimos de San Francisco de Paula en el conocido como convento de la Victoria. En 1646, Felipe IV provoca que Puerto Real pase a tener la condición de señorial, vendiendo la jurisdicción de la villa al general Francisco Díaz Pimienta, por 36.916 ducados de plata; la venta de poblaciones reales y cargos públicos fue moneda común en esta época ya que las arcas reales necesitaban continuamente dinero para solventar sus permanentes crisis. El control señorial duró hasta 1676 en que de nuevo, y mediante compensación económica la villa vuelve a ser real.

Se inicia el siglo XVIII con la invasión de la escuadra anglo-holandesa en 1702, en el marco de la guerra de sucesión de la corona (1701-1714) de España. A la destrucción por la invasión se unieron los periodos de hambre y epidemias de dicho siglo. Después de la guerra comienza la población una lenta recuperación que asciende, a medida que transcurren los años, influida por los beneficios que tuvo la bahía al pasar en 1717 la Casa de la Contratación, órgano rector del tráfico con América, a Cádiz, convirtiéndose en centro comercial. Este hecho afectó a toda la zona e hizo que Puerto Real desempeñara un importante papel en la construcción naval, siendo la Carraca y el Trocadero focos de actividad y de atracción de mano de obra de la zona. Durante estos años se realizaron obras civiles que son ejemplos de la expansión económica, como el castillo de San Luis (Fort Louis), que completó con el de Matagorda, del siglo anterior, la fortificación de la zona, empresa que siguió realizándose durante todo el siglo XVIII, y en la que participó la villa con extracción de piedras de sus canteras; a esta obra civil se unieron otras, como el puente de barcas del río San Pedro, obras del muelle, traída de aguas a la población, mercado de abastos, y un gran número de casas particulares, de las que quedan bellos ejemplos. De las obras eclesiásticas, es la Iglesia de San José muestra indiscutible del desarrollo urbanístico de la población. Tampoco faltó en estos años la influencia ilustrada que se plasmó con la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País.

A lo largo de este siglo la villa fue foco de atracción para la nobleza, que construían sus casas solariegas y se hacían propietarios de tierras, fundamentalmente eran familias integrantes de la nobleza inferior o de burgueses que adquirían títulos, entrando a formar parte de la oligarquía local y comprando los cargos públicos enajenados por la corona, tomando así el poder de las instituciones; aunque es en estos años donde más prolifera dicha conducta, este proceso se inició poco después de la creación de la villa, por más que en el documento fundacional se advirtiera que vinieran a poblar “personas llanas y abonadas”.

Los acontecimientos de finales del siglo XVIII y principios del XIX hacen que Puerto Real entre en una situación de grave crisis. En 1797 una escuadra inglesa puso sitio a Cádiz, bombardeando la ciudad y haciendo que una gran parte de su población se trasladara a Puerto Real, hecho que provocó un verdadero problema sanitario por el hacinamiento humano; a esto se unió la epidemia de fiebre amarilla de 1800 que, debido a la falta de medios y conocimientos de la enfermedad, provocó una verdadera catástrofe. La actividad económica sufre un proceso de paralización. En 1810 las tropas napoleónicas entran en la villa, convirtiéndola en centro de sus actividades y creando un campamento en la Algaida para preparar el asedio a Cádiz. La estancia de las tropas francesas desde esta fecha hasta 1812, en que realizan su retirada, dejó la localidad destruida. Estos hechos, junto con la pérdida de las colonias, que afectó profundamente a la economía gaditana y, por ende, a la puertorrealeña, provocó un retroceso que no logró superar hasta mediados de siglo.

Activar la economía y reconstruir urbanísticamente la villa fue un empeño que tuvo la población durante todos estos años. Desde el Ayuntamiento se pretendió potenciar la economía de la villa, de ahí la petición de una feria de ganado que ayudara a reactivarla (concedida en 1843) o el apoyo para reactivar la industria naval que llevará a la institución a solicitar de la monarquía la rehabilitación del dique del Trocadero; será realmente la Compañía de Antonio López quien marcará definitivamente el despegue de la actividad. Obras significativas de estos años fueron la construcción de la red ferroviaria, el nuevo cementerio de San Roque, los jardines del Porvenir, la remodelación de la Plaza de Jesús, el Teatro Principal y la iluminación de las calles, adoquinado y acerado.

El siglo XX trajo cambios y aires nuevos con mejoras en las infraestructuras; la actividad naval seguía siendo uno de los pilares fundamentales de la economía local, los pormenores y vicisitudes de ésta repercutirán en la población a lo largo de la centuria. En 1924, el arsenal de la Carraca e Isla Verde, hasta entonces dependientes de Puerto Real, pasaron a formar parte de San Fernando. La guerra civil, al igual que en el resto del país, produjo un estancamiento socio-político y económico; será ya en los años cincuenta cuando se inicie un proceso de recuperación de la actividad económica, retrasándose la recuperación política y social hasta el final de los años setenta con la reinstauración de la democracia.